Hay cosas que en política son
incomprensibles. Es incomprensible que en un partido político como el Partido
Popular que acaba de perder la friolera de 140.000 votos en la provincia y, con
ello, numerosas alcaldías no se haya movido nada. Es incomprensible que no se
haya producido en su seno un debate profundo, una autocrítica para analizar las
causas y corregir los errores. Es incomprensible que no se haya producido ni
una sola dimisión de los responsables políticos de esta debacle electoral. Y es
aún más incomprensible que el principal responsable de ello, el Presidente
provincial José Ciscar, no sólo continúe en su puesto, sino que además ahora
aspire a presidir nada menos que la Diputación Provincial de Alicante.
Este señor, por si fuera poco,
además de no poder exhibir en su favor un resultado electoral presentable, tampoco
puede presentar como aval los resultados de su gestión a favor de nuestra
provincia como miembro del Gobierno valenciano. Todo lo contrario, ha sido
responsable de la discriminación presupuestaria y de la marginación económica
que durante los últimos años y con especial intensidad ha padecido la provincia
de Alicante a manos de la Generalidad Valenciana.
José Ciscar ni siquiera puede
exhibir como mérito para Presidir la Diputación Alicantina una trayectoria
política ejemplar, un talante democrático y conciliador o un acreditado
compromiso con la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción.
Todo lo contrario, José Ciscar y su secretario provincial, José Juan Zaplana,
representan lo peor de la vieja política, del pasteleo institucional y del
caciquismo.
Ambos con la colaboración de
muchos otros ahora travestidos de renovadores y con la pasividad de la
militancia popular han dejado al Partido Popular alicantino hecho unos zorros,
en una organización sin vida interna, en una simple maquinaria electoral
gastada y oxidada en la que se suceden las traiciones, las reyertas y los
cambios de chaqueta para ver dónde encuentran acomodo los vividores y los
profesionales de la política.
No es de extrañar pues que quien
tiene ahora la llave para decantar la Presidencia de la Diputación hacia la izquierda
o hacia la derecha, Ciudadanos, se oponga a que alguien con el siniestro perfil
de José Ciscar pueda llegar a presidirla. Hay quien atribuye esta negativa a
una especie de venganza personal del Coordinador de Ciudadanos, Emigdio Tormo,
en tiempos hombre de confianza de Joaquín Ripoll, contra José Ciscar. Incluso
el propio Ciscar ha tenido la cara dura de sugerir que tras esa oposición
pudiera haber motivos relacionados con el caso Brugal, insinuación
absolutamente fuera de lugar sobre todo viniendo de alguien que ha sido incapaz
de explicar su propia vinculación con la trama Gürtel puesta en evidencia en
los informes de la UDEF.
Sean cuales sean los motivos de
fondo de Ciudadanos para vetar a José Ciscar como Presidente de la Diputación
lo cierto es que sobra para hacerlo con los motivos aparentes. Se trata de una
cuestión de higiene democrática para la política alicantina y para la
institución provincial que debe dejar de ser un coladero de amigotes y
enchufados y un instrumento en manos de políticos de la catadura de José Císcar
al que le falta incluso la generosidad política suficiente como para renunciar
a su candidatura con el fin de que el Partido Popular no pierda el gobierno de
esta importante administración.
Santiago de Munck Loyola
http://santiagodemunck.blogspot.com.es