En
ocasiones no se puede evitar cierta sensación de envidia al constatar la
actitud de los ciudadanos británicos, franceses o alemanes, por citar sólo
algunos, a la hora de expresar sus sentimientos de orgullo hacia sus
respectivos países, su historia o sus símbolos representativos. Incluso los
habitantes de Estados Unidos de América, que por no tener no tienen ni nombre
propio como nación, con una historia más bien corta y no precisamente ejemplar,
son un referente de patriotismo y de amor a su tierra. Y esta actitud contrata
mucho con la mantenida por una gran parte de los españoles. La simple
exhibición de la bandera de España, salvo en los momentos de fervor patrio
futbolístico, tiene casi siempre connotaciones ideológicas y ha sido en no
pocas ocasiones objeto de agrios debates partidistas. Recuérdese que cuando se
instaló la monumental bandera española en la Plaza de Colón, en Madrid, algunos
políticos nacionalistas hablaron de provocación. En una dinámica que no puede
ser calificada más que como acomplejada llegamos, incluso, a cuestionar nuestra
propia existencia como Nación desde las más altas instancias del Estado, a
pesar de ser la más antigua de Europa. Hace muy pocos años, el mismo Presidente
del Gobierno de la Nación, Rodríguez Zapatero, señalaba que la Nación era “un
concepto discutido y discutible”, o sea, que él era el Presidente del Gobierno
de un concepto discutido y discutible. Es cuando
menos curioso que su Gobierno, quizás por fidelidad a esa inseguridad
conceptual, suprimiese la palabra “nacional” en el nombre de organismos públicos
españoles sustituyéndola por la palabra “estatal”. Y otro tanto ocurre a la ahora de
abordar nuestra historia. Parece que hemos asumido como ciertas todas las
lamentables falsedades que desde los países anglosajones y protestantes, sobre
todo, se han ido lanzando contra España y los españoles.
Pues
bien, un interesante libro puede ayudarnos, al menos, a poner en tela de juicio
esa visión descalificadora de nuestro pasado, a examinar nuestra trayectoria
como Nación desde una perspectiva diferente que seguramente a muchos les
ayudará a sacudirse de encima algunos complejos históricos que tan bien vienen
a nuestros vecinos europeos. Se trata del libro escrito por Juan Sánchez Galera
y José María Sánchez Galera titulado “Vamos a contar mentiras”, un repaso a
nuestros complejos históricos. Es un texto ameno y documentado que en 250
páginas desarrolla un análisis crítico de diferentes etapas y aspectos de
nuestra historia, ofreciendo, sobre todo, los orígenes y las causas del
nacimiento y extensión de las perspectivas históricas distorsionadas de nuestro
pasado.
El
libro aborda la famosa “Leyenda Negra”, el legado Andalusí y su “refinada
civilización musulmana”, el episodio de la expulsión de los judíos, el
nacimiento y desarrollo de la Inquisición, la conquista de América y un somero
repaso a los nacionalismos. En el texto podemos encontrar numerosos datos y
hechos históricos completamente desconocidos para la inmensa mayoría y que
sorprenderán a más de uno, así como continuas referencias biográficas sobre las
que se sustentan las afirmaciones de los autores. Es un libro de fácil lectura
y que incita a buscar más datos y bibliografía sobre algunos de los datos que
aporta. Es francamente recomendable para todo aquel que quiera replantearse
muchas cuestiones que hasta ahora no habían sido cuestionadas. Y, sin duda, a
más de uno le servirá para poderse quitar complejos y culpabilidades heredadas
de encima. Eso sí, seguramente no agradará a los nacionalistas ni a quienes
crean que España debe estar continuamente pidiendo perdón por su pasado o
simplemente por el hecho de existir. Bueno es saber, como dato anecdótico
recogido en este libro, que en 1719, Rafael Casanova, héroe de los
independentistas catalanes, tras ser amnistiado por Felipe V, llamó a los
barceloneses a luchar en defensa del “rey, la patria y la libertad de toda
España”. ¿A que no nos lo cuentan en la Diada?
Santiago
de Munck Loyola