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lunes, 6 de diciembre de 2021

Madrid deja al aire las vergüenzas del PP.

Una vez más el Partido Popular vuelve a hacerlo: tirar piedras contra su propio tejado. Y no se trata de una afirmación gratuita, sino que las encuestas así lo ponen de manifiesto. La polémica en torno a la candidatura de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a la Presidencia del PP de la Comunidad de Madrid no es anecdótica, superficial o irrelevante. Todo lo contrario, se trata de una polémica que viene a desmontar todo el discurso supuestamente regeneracionista que Pablo Casado enarboló para alcanzar la Presidencia del Partido Popular. Algo tan básico, tan esencial como es la democracia interna del posiblemente mayor partido de España y único cono capacidad de articular una alternativa al socialismo y demás rémoras está en tela de juicio. 

Sin democracia interna en un partido no existe capacidad de control por parte de sus bases de la acción de sus órganos de dirección y, en su caso, de la acción de gobierno. La falta de democracia interna o su adulteración es la llave de entrada para la corrupción, es la puerta para el nepotismo y el amiguismo, siempre ligados a la corrupción, y la muerte de la meritocracia y el liderazgo genuino.


El principio es extremadamente simple: solo los afiliados de un territorio pueden elegir a su líder. Es fácil de entender, ¿no? En este caso, solo a los afiliados del PP de la Comunidad de Madrid corresponde elegir a su Presidente. Y ello implica que el proceso electoral interno debe ser limpio, abierto a cualquier candidato y libre de interferencias e influencias exteriores. Nada excepto la trayectoria política y las propuestas de cada candidato debe influir en el voto de los afiliados. Sin embargo, cualquier observador imparcial ha tenido la oportunidad de ver como durante los últimos meses distintos dirigentes nacionales del Partido Popular no han escatimado esfuerzos por expresar públicamente sus preferencias de modo que a los militantes les quede claro qué es lo que quieren y a quién prefieren. Pues no, esto no es democracia interna, esto no es regeneración, esto no es un nuevo estilo de hacer política. Esto es más de lo mismo, es seguir con las mismas pautas de conducta interna que durante décadas se han seguido en el Partido Popular y que, como era de esperar, también se siguen en Vox que, de tal palo, tal astilla.

 

El Sr. Casado, el Sr. García Egea o su nuevo mamporrero Fran Hervías podrán tener las preferencias que les plazca, podrá gustarles o no un determinado candidato para presidir el PP madrileño pero deberían “sufrirlo” en silencio porque lo que no pueden, ni deben es presionar o intentar influir en los afiliados madrileños quienes son, en última instancia, los verdaderos protagonistas del proceso de elección de su líder.

 

Es evidente que el lamentable espectáculo que los dirigentes nacionales del PP están ofreciendo en torno a la candidatura de Isabel Díaz Ayuso solo puede estar siendo consentido por el propio Casado quien, con ello, está demostrando la propia debilidad de su liderazgo que parece percibir un peligro personal en el tirón electoral que Ayuso ha demostrado. Y lo que ya empieza a ser imperdonable es que, no sólo no ponga coto a las continuas injerencias del secretario general en el proceso electoral madrileño, sino que además consienta ataques personales filtrados desde Génova contra la Presidenta madrileña. Porque todo ello solo puede llevar al elector a varias conclusiones: 1ª Que en el PP nada ha cambiado salvo las caras. 2ª Que la democracia interna sigue brillando por su ausencia con lo que ello implica y 3ª Que el liderazgo de Pablo Casado es extremadamente débil y que por ello rehúye sustentarlo en liderazgos territoriales demasiado sólidos.


Y todo ello a mayor gloria de Pedro Sánchez que no debe preocuparse por una remontada electoral del PP.

 

Fdo. Santiago de Munck Loyola

martes, 15 de noviembre de 2016

El próximo Congreso del PP.

Con dos años de retraso y de incumplimiento de sus propios Estatutos, el Partido Popular va a celebrar su XVIII Congreso Nacional entre los días 10 y 12 de febrero de 2017. Se trata del cónclave del máximo órgano decisorio del partido en el que se aprobarán no sólo modificaciones estatutarias o las líneas ideológicas y políticas del mismo, sino también, y es lo que más interesa a algunos, la cúpula dirigente del mismo.

El Congreso centrará sus trabajos en cinco ponencias: Política y Estatutos, Social, Económica y Administración Territorial, Educación y Cultura y Europa. Los ponentes serán los actuales vicesecretarios: Fernando Maíllo, Javier Maroto, el incombustible Javier Arenas, Andrea Levy y Pablo Casado.

La participación de los militantes está limitada a la elección de parte de los compromisarios, los delegados que asisten y votan en el Congreso, es dir, al 80 % de los mismos. El número de compromisarios será de 3.128 de los cuales 513 son natos, es decir el 20% de los compromisarios son cargos públicos o pertenecen a la burocracia del partido, y 2.565 son electivos. A nadie se le escapa que para muchos participar en el Congreso Nacional del PP es una oportunidad de oro, no para trabajar en las ponencias aportando ideas y propuestas, sino para hacer pasillos, para dejarse ver, para rendir pleitesía o para intentar cruzar unas palabras con los máximos líderes.

La participación del afiliado a través de la elección de los compromisarios puede parecer impecablemente democrática, pero todo aquel que ha tenido la oportunidad de conocer los mecanismos internos de funcionamiento del Partido Popular, sobre todo en Alicante, sabe perfectamente que de la teoría a la práctica hay un enorme abismo. En mis largos años de militancia popular, desarrollada sobre todo en Madrid, jamás encontré mayor desprecio hacia las reglas básicas de la democracia que las que se practicaban en el PPCV y, en especial, en la Provincia de Alicante. Teóricamente cualquier afiliado al corriente de pago de su cuota tiene derecho a presentar su candidatura para ser compromisario y participar en un Congreso, sin embargo, tal y como me señaló en su día, el que fue Secretario Provincial de Alicante José Juan Zaplana, las plazas de compromisarios asignadas a Alicante se reparten a dedo entre las distintas “familias” y “sensibilidades” del partido y si no perteneces destacadamente a alguna de ellas o careces de “padrino” te quedas fuera. Por ello, hay que ser conscientes de que cuando se reúna el cónclave popular su legitimidad será bastante limitada. Y esa es una de las razones que puede explicar la cada vez mayor distancia ideológica y estratégica entre los resultados de los congresos y el sentir de la militancia y, con ella, de buena parte del electorado. Se trata de una asignatura pendiente que debería ser abordada con urgencia y con decisión en la ponencia de Política y Estatutos. Sin participación real del afiliado, sin profundizar en la democracia interna no es posible avanzar hacia una profunda regeneración ni, por supuesto, articular medidas internas capaces de prevenir y combatir la corrupción.

Y qué decir sobre la presentación de avales para respaldar una candidatura. Las presiones del aparato pueden a llegar a ser brutales, sobre todo si quien te conmina a que avales una determinada candidatura, por ejemplo la de Rajoy en 2008, cuenta con poder institucional. O firmas el aval o el PGOU en tramitación de tu pueblo puede que no salga adelante, o avalas o te olvidas de la ampliación del Centro de Salud que has pedido. Chantajes similares se han producido en el PPCV y, pese a ser públicos, nadie se ha ido al juzgado.

El Partido Popular se encuentra ante una gran oportunidad para recuperar la credibilidad y el liderazgo en la sociedad, pero para ello ha de apostar decididamente por un cambio profundo, por una revolución o refundación interna que acabe de una vez con todos los obstáculos y hábitos que lo han alejado de sus propias bases y del electorado. Conformarse con seguir siendo el mal menor o el último refugio electoral ante la izquierda sería un triste y seguro final político.

Santiago de Munck Loyola




martes, 9 de febrero de 2016

José Juan Zaplana ¿exponente de un nuevo PP?


De piedra, hoy me he quedado de piedra al leer un artículo en el Diario Información de Alicante titulado “La nueva hornada de políticos del PP siente «asco» por la corrupción y reclama primarias” (http://www.diarioinformacion.com/politica/2016/02/08/nueva-hornada-politicos-pp-siente/1725202.html). La sorpresa no obedece al titular del artículo, porque es evidente que cualquier político, nuevo o menos nuevo, tiene que sentir “asco” por la corrupción, como lo es también que cualquier demócrata apueste por la democracia interna en su organización política, sino que la mayúscula sorpresa obedece a que se califique de “nueva hornada de políticos” a algunos que llevan viviendo lustros de la política y a la inclusión entre esta supuesta nueva hornada de políticos “asqueada” y ferviente partidaria de las primarias a sujetos como José Juan Zaplana López.

Ahora que tanto se habla de “refundar” el Partido Popular de la Comunidad Valenciana e incluso de cambiar su nombre es preciso aclarar las cosas, porque da la sensación de que los promotores de estas ideas tratan de engañar, una vez más, a la gente. El PPCV no puede ni refundarse, ni cambiar de nombre si no lo hace el propio Partido Popular de España. Los promotores de estos globos sonda, los mismos que se ofrecen para hacer este supuesto cambio, mienten y lo saben. Los mismos políticos que con su pasividad y complicidad han conducido al Partido Popular a su naufragio ético y electoral no pueden ahora presentarse como sus salvadores.

Pero, volviendo al sorprendente artículo, hay que subrayar una obviedad y es que ninguno de los diez políticos citados ha llegado al puesto que ocupa por haber sido elegido por las bases del Partido Popular. Todos fueron incluidos en su día en las listas electorales gracias al “dedazo” superior, unas veces por ser “hijo de…”, otras por ser dóciles y obedientes, otras en agradecimiento a servicios prestados, alguno por su auténtica valía… pero todos tienen en común su falta de legitimidad del voto de los afiliados.

Ahora bien, hay que ser muy inocente para incluir en la categoría de “nueva hornada de políticos” a un viejo conocido como José Juan Zaplana López. Para quien no lo conozca hay que señalar que este joven de 41 años lleva en política desde los años 90. Es el prototipo de trepador de Nuevas Generaciones que, sin casi experiencia en el mundo laboral y sin titulación superior, lleva lustros viviendo de la política. Como Secretario general del PP de la Provincia de Alicante y como concejal de San Vicente del Raspeig se ha ganado a pulso fama de prepotente, de intolerante y de incompetente. Fue el promotor e impulsor de la expulsión del PP de Antonio Sobrino Ribes y de un servidor acusándonos del grave delito de promover la regeneración del Partido Popular, de pedir la dimisión de imputados y de denunciar públicamente los escándalos de corrupción que, al parecer, a él entonces no le daban ningún asco. En 2015 tuvo sus más y sus menos con Esquerra Unida que le denunció por contratar por 26.000 euros para la prestación de servicios informáticos al Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig a la empresa EICO, propiedad del valenciano Alejandro De Pedro, un amiguete suyo e imputado en la operación Púnica. José Juan Zaplana López, en un alarde de transparencia, llegó a enviar al despacho de EU a la policía para recuperar los justificantes de facturas que en el ejercicio de sus funciones como concejales de la oposición habían recabado. ¡Estilazo el de Zaplana!

Tiene su miga que se incluya a este cuarentón, a este profesional de la política, a este arribista (hoy con Luisa Pastor, mañana con su rival), entre la nueva hornada de políticos del PP  supuestamente asqueados por la corrupción y que apuestan por la regeneración. Su sola inclusión no sólo provoca risa sino que es un auténtico baldón para la credibilidad de las declaraciones del resto de la llamada “nueva hornada”.

Pero, vamos a ver, Zaplana, alma de cántaro, ¿A quién pretendes engañar? ¿No te das cuenta de que con tus antecedentes políticos no puedes ir por ahí dándotelas de regenerador, ni rasgándote las vestiduras por los casos de corrupción? ¿Cómo puedes ir ahora de regenerador si, como Secretario General del PP alicantino no has asumido responsabilidad alguna en el desastre electoral al que tú y tu jefe inmediato, José Ciscar, habéis llevado al PP de la Provincia de Alicante? ¿Cómo tienes la cara dura de apuntarte a la democracia interna y a las primarias si perseguiste con saña a los afiliados que en Alicante promovíamos el pluralismo y una candidatura regeneradora? ¿Te has olvidado de que te oponías a las elecciones a compromisarios para los congresos y defendías el reparto de los puestos entre las “familias” del PP? ¿Has olvidado tus declaraciones a la prensa apuntándote a la coartada del consenso para evitar la pluralidad de candidaturas en las elecciones de las juntas locales? ¿Has olvidado tus presiones sobre tantos y tantos posibles candidatos para que no concurrieran a las elecciones internas apelando a un falso consenso? ¿Te has olvidado, por ejemplo, de Torrevieja?

La hemeroteca te delata. No es posible olvidar que fuiste uno de los artífices de la división del PP de la ciudad de Alicante en distritos para poder poner al frente de ellos, como coordinadora de los mismos, a la Alcaldesa, Sonia Castedo, saltándote la línea roja de Fabra, sin elecciones internas ni gaitas. Recordemos: Diario Información "El PP pide apoyo a Castedo para apuntalar la nueva estructura del partido en Alicante". Según el periódico, 6-2-2013, la dirección provincial del PP solicitó a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, su “colaboración” para poner en marcha el nuevo organigrama interno del PP de Alicante, que prevé “trocear” la ciudad en cinco ejecutivas de distrito. Hace unos días, Castedo visitó la nueva sede junto al “núcleo duro” de sus concejales. Acudieron a la cita con José Juan Zaplana, número dos de José Císcar en el PP, la propia Castedo junto al vicealcalde Andrés Llorens; el concejal Juan Seva y la portavoz municipal, Marta García-Romeu. Todo el que tiene algo que decir dentro del grupo del PP en el Ayuntamiento de Alicante estaba alrededor de la mesa, apuntan fuentes populares. ¿Objetivo del encuentro? Apuntalar la elección de las cinco nuevas ejecutivas locales con el respaldo explícito y claro del grupo de concejales alicantinos.

¿Pero de qué vas ahora? ¿Que te sientes asqueado y decepcionado? ¡Vamos, anda! ¡A otro perro con ese hueso! No se te veía tan asqueado cuando corriste a sentarte en la mesa presidencial de la cena de homenaje a Sonia Castedo cuando fue imputada por primera vez. Se te veía muy sonriente en la foto. Tampoco se te notó perturbado en tus principios cuando el instructor de nuestro expediente de expulsión (imputado posteriormente por corrupción, por cierto) señalaba por escrito y bajo el logo del PP que no se podía criticar públicamente a Sonia Castedo porque la política de Sonia Castedo era la política del PP. ¿Lo recuerdas? ¿O acaso la caída del caballo de tu súbita conversión te ha provocado amnesia? Hay que tener mucho cuajo y muy pocos principios para intentar pasar de sicario de la peor “casta” política a adalid de la renovación y la regeneración. No cuela.

Puedes disfrazarte de lo que quieras, puedes contar las milongas que te gusten, puedes mentirte y tratar de engañar a los demás, pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. No se puede ser pirómano y a la vez bombero. Hay trayectorias políticas difíciles de borrar e imposibles de justificar salvo por la existencia de una ambición desmedida y la ausencia de otro "modus vivendi". No todo vale en política y las hemerotecas y los que aún tenemos algo de memoria siempre estaremos para recordarlo.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 4 de mayo de 2015

Tres Diputaciones, tres marrones, un mismo PP.


¿Qué tendrán algunas Diputaciones para generar tanta porquería? ¿Qué tendrán para atraer a tanto desaprensivo? De todo, pero quizás las preguntas adecuadas serían ¿qué tiene el PP para que produzca tanto pirata de la política? ¿Qué tiene el PPCV para que en su seno prosperen y sean elevados a los puestos de más alta responsabilidad señores como Joaquin Ripoll, Carlos Fabra o Alfonso Rus?

A la vista está que algo muy serio falla en la estructura de un partido cuando coloca a presidir las tres Diputaciones de la Comunidad Valenciana a “políticos” que han terminado siendo protagonistas de titulares periodísticos y no precisamente por sus excelencias en la gestión de estas administraciones públicas. El PPCV ha conseguido que las tres Diputaciones de nuestra Comunidad, Castellón, Alicante y Valencia, se hayan convertido en motivo de escándalo y vergüenza para todos los ciudadanos, para los sufridos contribuyentes cuyos impuestos se han convertido en botín de los “elegidos” del PP. Estos abnegados trabajadores de lo público no tenían suficiente con disfrutar y abusar de coches oficiales de alta gama (un abuso insoportable), de chófer las 24 horas del día, de retribuciones más que generosas habida cuenta su preparación para el cargo, de tarjetas visa para convites y regalos y de todo el boato asociado a las instituciones que presidían o presiden, sino que, además, al amparo de la misma todo indica que se han buscado unos “extras” para mitigar su duro sacrificio en pro de la ciudadanía.

Las Diputaciones en España son administraciones locales sin elección directa de sus gestores, Presidentes y Diputados provinciales no son elegidos por los ciudadanos en las urnas ni se someten, por tanto, al escrutinio de las mismas cada cuatro años. Los Presidentes y Diputados provinciales son designados por los partidos políticos entre los concejales electos en la provincia. Por tanto, la composición de la Diputaciones obedece exclusivamente al reparto de cuotas de poder en el interior de los partidos políticos y no al interés general, ni a las preferencias directas de los votantes. Constituye evidentemente una anomalía el hecho de que unas administraciones públicas que mueven miles de millones de euros cada año escapen al control democrático de los votantes. Siendo así, es evidente que el espectacular resultado de las tres diputaciones de nuestra Comunidad obedece exclusivamente al juego interno de poderes en el seno del PPCV. ¡Vaya intereses!

Y si al déficit de legitimidad democrática de las Diputaciones sumamos la ausencia de democracia interna en algunos partidos políticos, como el PPCV, logramos el cóctel perfecto para que se produzcan los escándalos como los que estamos conociendo. Cuando los afiliados de un partido no tienen nada o muy poco que decir a la hora de designar a sus candidatos tampoco pueden controlarlos. Cuando el principal mérito para ser candidato o para ser designado en puestos de responsabilidad política no es el apoyo de las bases del partido, ni la preparación intelectual, ni la trayectoria profesional, sino el amiguismo, el nepotismo o el tráfico de influencias es normal que terminen aterrizando en los puestos de responsabilidad un gran número de incompetentes o de aprovechados, de gente sin formación o sin escrúpulos.

Seguramente muy pocos afiliados del PP de Alicante habría elegido a la actual candidata a la Alcaldía para ese puesto y menos siendo prima del Secretario Provincial del partido y seguramente ninguno habría elegido como número tres de esa candidatura municipal a un señor de Teulada, el Sr. Ciscar, que ni vive ni trabaja en la ciudad, que se ha caracterizado en su gestión autonómica por discriminar presupuestariamente a la provincia y a la ciudad de Alicante, y cuyo objetivo declarado no es servir a los vecinos de la ciudad, sino servirse de ellos para marcharse, precisamente, a intentar presidir la Diputación provincial, ese oscuro objeto de deseo, ese “marrón” en el balance político del PPCV.

Santiago de Munck Loyola


jueves, 5 de marzo de 2015

El dedazo del "Ppführer" Rajoy se ha movido.


Cada día que pasa resulta más difícil comprender por qué el mayor partido de España, el Partido Popular, el partido que oficialmente cuenta con más de 800.000 afiliados, prescinde de ellos a la hora de decidir los candidatos que han de representarlos en las elecciones. Estos días todos los medios de comunicación se hacen eco de las especulaciones sobre quién será o no el candidato del PP en determinado Ayuntamiento o Comunidad Autónoma y para ello tratan de interpretar cualquier signo, declaración o gesto de los máximos líderes populares para adivinar los nombres de los agraciados con el “dedazo” del “pepeführer” Rajoy.

Es evidente que con una supuesta base de 800.000 personas un partido con sólidos canales de comunicación internos con esas mismas bases tendría una enorme ventaja sobre sus rivales la que le proporcionaría la conexión con una gran parte de la sociedad en la que sus afiliados se enraízan. Pero, claro, esa comunicación interna debería llevar aparejada, para que fuese efectiva, la participación y la capacidad de decisión de las bases, algo que la élite burocrática de la supuesta derecha española no está dispuesta a tolerar. La alergia popular a la democracia interna “sin tutelas, ni tutías” que dría D. Manuel, es ya una seña de identidad de este partido. Con ello, no se hace otra cosa que alentar y dar la razón a cuantos día a día se van alejando de la política desencantados al comprobar, entre otras cosas, como una casta burocrática y endogámica maneja a su antojo al mayor partido de España para ponerlo al servicio de intereses ajenos a los de sus propios militantes y de los más de 10 millones de españoles que en las últimas elecciones le otorgaron su voto.

Llaman la atención dos actitudes. De una parte la de los medios de comunicación que aceptan sin crítica alguna reseñable el hecho de que la ausencia de democracia interna en el PP se ponga de manifiesto especialmente a la hora de designar candidatos y que entren en ese juego de las especulaciones alimentando una condenable estrategia política. De otra, la sumisión y la aceptación del profundo desprecio con que son tratados por parte de la cúpula del partido los militantes populares. Nunca en democracia un partido político ha ninguneado y despreciado tanto a sus propios afiliados como lo está haciendo el Partido Popular. Sencillamente lo aceptan dócilmente y punto. ¿Cómo es esto posible en pleno siglo XXI? ¿Por qué tanta desconfianza hacia tanta y tan buena gente?

Son miles los candidatos a candidatos, alcaldes y concejales del PP, los que llevan semanas, por no decir meses, completamente descolocados. A pocas semanas de la convocatoria de las elecciones municipales no saben si repetirán o no en las listas porque a algún cerebro se le ha ocurrido que el todopoderoso Rajoy maneja astutamente los tiempos mientras que sus posibles candidatos se pasean con cara de póker por las calles de los pueblos de España mientras sus adversarios ya tienen todo listo para la campaña. ¡Allá ellos! Tienen el hiperliderazgo que se merecen y el que calla, como ellos, otorga.

Definitivamente el Partido Popular ha renunciado a cualquier atisbo de regeneración democrática porque la regeneración sin democracia interna no es tal. Y con ello se aleja, día a día, de un electorado al que ha engañado especialmente en esta legislatura aunque ahora trate de recuperarlo con algunos caramelitos fiscales tras haber castigado a la clase media española con el mayor aumento de la presión fiscal y los peores recortes sociales de la historia. Hoy hemos conocido además que el “Pepeführer” Rajoy ha agraciado con su “dedazo” para la candidatura a la Alcaldía de Alicante a Asunción Sánchez Zaplana y a Alberto Fabra para la Generalitat lo que viene a ratificar dos cosas: que para el PP la opinión de los afiliados alicantinos vale exactamente lo mismo que la de los afiliados socialistas, por poner un ejemplo, y que el PP pasa de nuestra tierra, que la da por perdida.

Santiago de Munck Loyola



viernes, 16 de enero de 2015

Los “pucheritos” de Elisa.


La patética reacción de la diputada popular Elisa Díaz González, hija del ex Alcalde popular de Alicante Luis Díaz Alperi, gimoteando ante las cámaras de televisión al tratar de defenderse de las acusaciones de la policía de haberse beneficiado en la compra de su vivienda de dinero procedente del polifacético empresario Enrique Ortiz pone en evidencia el mal de fondo del Partido Popular y de otros partidos políticos que han generado y se nutren de una casta mediocre y parasitaria. El ciudadano normal y corriente espera otro tipo de reacciones de un político ante una situación similar, al menos espera cierta serenidad, firmeza, inteligencia y, sobre todo, unas explicaciones convincentes, pero no un espectáculo semejante. Un político no debe ponerse ante las cámaras si se siente tan afectado como para no poder controlar sus emociones hasta el punto de hacer el ridículo. Y es que estamos hablando de toda una señora diputada, de una representante de los ciudadanos alicantinos con más de seis años de experiencia parlamentaria.
http://www.20minutos.tv/video/hntwERVZ-elisa-diaz-pp-yo-pago-mi-casa/0/


Pero ¿por qué es diputada Elisa Díaz González? ¿Por su reconocido trabajo entre la militancia del Partido Popular? No. ¿Por su acreditada experiencia profesional que ha requerido su incorporación a las Cortes para enriquecer así el debate parlamentario? No. Elisa Díaz González ha llegado a ser diputada en las Cortes Valenciana porque fue incluida a dedo, sin el apoyo de los afiliados populares, en una lista electoral por ser hija de su padre. Ni más, ni menos. 

Es el mismo caso de Tania Sánchez de Izquierda Unida en Rivas-Vaciamadrid o de Andrea Fabra, diputada nacional del PP por Castellón. Tania Sánchez, Diplomada en Educación Social, entró en el Ayuntamiento ripense en 2003, con 24 años, como asesora del Grupo Municipal de Izquierda Unida y de ahí pasó en 2007 a ser incluida en las listas electorales de esa formación. ¿La designaron asesora porque podía realmente asesorar? No. ¿La contrataron por su experiencia profesional o su gran formación? No. Entró sencillamente por ser hija del concejal de Izquierda Unida Raúl Sánchez, uno de los históricos de la izquierda ripense. 

Andrea Fabra, conocida por su fina oratoria parlamentaria (“que se jodan” proclamó refiriéndose a los millones de parados), fue nombrada con 24 años, de forma similar, asesora parlamentaria, nada menos, que del Secretario de Estado de Hacienda y de ahí saltó a dedo a las listas electorales del PP. ¿Por su acreditada experiencia personal? No. ¿Por su brillante currículum?, No. Lo hizo por ser hija del delincuente Carlos Fabra, ex presidente todopoderoso de la Diputación de Castellón y visionario de la aeronáutica sin aviones. ¿Piensa alguien sensatamente que tanto Tania como Andrea estaban en condiciones a sus 24 añitos de andar asesorando a alguien? Tanto el Partido Popular, como Izquierda Unida, como el PSOE y otras formaciones políticas usan nuestro dinero, el de los contribuyentes, para colocar a los familiares y amiguetes en puestos públicos creados al efecto, los disfrazan como asesores, como asistentes o con cualquier ropaje y así mantienen a toda una clientela que forma parte de una casta impresentable. Y ahí están los resultados, una lloriquenado por los pasillos, otra adjudicando contratos a la familia porque no sabía que eso no se podía hacer y otra soltando exabruptos parlamentarios.

El déficit de democracia interna en los partidos políticos permite que logren responsabilidades políticas personas que por méritos propios seguramente nunca serían elegidas por sus compañeros para ello. Y una vez que entran en el circuito político de la mano de papá, de un amigo o de un clan siguen recorriéndolo sin aportar nada sustancial a la dignificación de la vida política. Y pasa lo que pasa, porque del mismo modo que un cargo público debe su puesto al de arriba que lo propuso para la lista y no a los de abajo, a los militantes, no rinde cuentas ante los mismos y no defiende más intereses que los que desde arriba le señalen. Corrupción y falta de democracia interna, falta de control por parte de las bases, suelen ir de la mano en la mayoría de las ocasiones.

Tras el fiasco del mandato de Sonia Castedo que también empezó su carrera política como personal de confianza, es decir, como colocada a dedo en el Ayuntamiento alicantino y que fue designada candidata a la alcaldía en virtud del dedazo superior, tenemos en Alicante un nuevo Alcalde, Miguel Valor. Un sempiterno concejal, también en virtud del dedazo superior, otro miembro de la casta cuya “entronización” se ha realizado sin que los miles de afiliados del PP hayan tenido la oportunidad de manifestarse lo más mínimo. Así no hay regeneración política que valga. Siguen los mismos clanes, las mismas familias políticas, los mismos grupos de presión decidiendo a su capricho el presente y el futuro de la ciudad. Ojalá esta forma de hacer política acabe pronto.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 3 de noviembre de 2014

Hay alternativas.


Derechas e izquierdas andan revueltas y nerviosas ante los resultados que, encuesta tras encuesta, se otorgan a Podemos. Y encuestas las hay para todos los gustos pero todas coinciden en un incremento espectacular de la intención de votos de esta nueva formación política de rancio trasfondo ideológico. Son muchos los factores que influyen en este crecimiento electoral: la indignación ciudadana ante la corrupción, ante los recortes, el desempleo, el aumento de la desigualdad social, la falta de ejemplaridad de la mayor parte de la clase política, los incumplimientos programáticos, la falta de buenas perspectivas, etc. Ante un panorama económico, político y social desolador cualquier discurso que cuente con apoyos mediáticos, que no esté lastrado por un pasado de gestión criticable y que ofrezca soluciones por muy utópicas o irrealizables que sean tiene grandes posibilidades de calar entre los ciudadanos.

Es evidente que el mensaje de Podemos ha calado en la izquierda y que se va a producir un nuevo reparto de la tarta electoral con importantes cambios. Lo que no es tan evidente es que este mensaje haya calado en el votante de centro derecha aunque una pequeña parte del mismo, la menos ideológica, esté dispuesta a asumirlo y a otorgar su voto como una forma de castigo. Pero ¿qué pasa con los votantes que no son de izquierdas? Es curioso. El Partido Popular se derrumba en las encuestas y lleva camino de superar el record de la UCD en 1982 pero sus dirigentes no aciertan a salir del asombro o del escepticismo y se muestran incapaces de reorientar su discurso y, sobre todo, su política. ¿Por qué? Pues porque están desconectados de la realidad de la calles y son incapaces de realizar lo que debería ser un requisito previo, una profunda autocrítica.

Hay que señalar que el Partido Popular, como instrumento político, como maquinaria electoral, parte en desventaja respeto a muchas otras formaciones políticas. Es una gigantesca maquinaria política piramidal, carente de vida política interior, en la que las bases, lejos de ser la fuente del poder interno, son un simple instrumento al servicio de la estructura de poder. Lejos de aprovechar la conexión social que supone disponer de cientos de miles de afiliados y de enriquecer y actualizar permanentemente el debate interno, las propuestas políticas y los mensajes del partido, las bases no cuentan para nada en la estructura del Partido Popular. Y eso se nota. Las políticas que se han desarrollado no responden ni al programa comprometido con los electores, ni a las aspiraciones de la militancia por lo que el distanciamiento entre Partido y votante es cada día mayor.

Muchos de los votantes de centro derecha no van a repetir su voto al Partido Popular y se van a abstener en los próximos comicios y otros, los menos, se van a decantar por otras formaciones como Ciudadanos o UPyD fundamentalmente. Es la respuesta a los incumplimientos electorales, a la falta de ejemplaridad de buena parte de la clase política y al continuo goteo de casos de corrupción que no pueden sino abochornar hasta al más leal incondicional.

Si al mayor incremento de la presión fiscal sobre la clase media, si al permanente empobrecimiento de la misma, si a los continuos recortes en educación, en sanidad o prestaciones sociales, si a los incumplimientos en materia de protección a la vida y a la familia, si al continuismo en la política antiterrorista o en materia autonómica, si a la falta de ejemplaridad, si a la ausencia de una política informativa inteligente sumamos además la continua aparición de casos de corrupción con relevantes dirigentes populares implicados y la ausencia de una respuesta clara, definida y contundente por parte del Partido Popular no es de extrañar que las encuestas vayan por donde van. No se puede pasar, como si nada, de hablar de “casos aislados” al “pedir perdón” por haber nombrado a los corruptos en puestos de responsabilidad política. No se puede pasar del “vamos a hacer un pacto anticorrupción” al “y tú más” sin que de ello se deriven consecuencias políticas. Porque todo ello, lo único que transmite es la sensación de ausencia de convicciones profundas y, por tanto, de una clara determinación para acabar con esta lacra. La falta de democracia interna es la que obliga a Rajoy a pedir perdón por haber promovido políticamente a determinadas personas, es la evidencia de que no son los militantes populares los que se han equivocado al elegir a un Fabra, a un Granados, a un Blasco o a una Castedo sino que son los más altos dirigentes los que se han equivocado. En política, cuando alguien se equivoca y de esta manera, no sólo se pide perdón sino que, además, se dimite.

No tiene ningún sentido que para intentar acabar con la corrupción haya que proponer pacto alguno. Es como si para perseguir la pederastia hiciese falta pactar con la oposición. La corrupción se persigue con la ley en la mano y mecanismos legales ya existen aunque falten medios para hacer más rápida y efectiva la justicia. El problema no está en la persecución y castigo de la corrupción, el problema está en la prevención, en la adopción de medidas que impidan o dificulten la aparición de nuevos casos. La prevención pasa por dos ejes fundamentales, de una parte, la eliminación de la discrecionalidad del político en determinados procedimientos ejecutivos y, de otra, el incremento de los mecanismos democráticos de selección y control en la vida interna de los partidos. Y en este segundo eje la clave está en la selección y el posterior control democrático de quienes ostentan cargos públicos de responsabilidad, es decir, en los mecanismos de selección interna de los partidos para proveer los cargos públicos. Algo que, por el momento, el Partido Popular no está dispuesto a tocar. Un partido que usa el “dedazo” para confeccionar sus listas electorales, para estructurar su organización y sus congresos está desconectado de sus bases y, por tanto, de la ciudadanía y mal puede así prevenir la aparición de fenómenos de corrupción entre sus filas.


Si algo deben tener claro los votantes del Partido Popular y especialmente en Alicante y en la Comunidad Valenciana es que con sus actuales dirigentes no hay futuro posible porque son los auténticos responsables, por acción o por omisión, del sucio panorama que nos rodea. ¿Quiénes son los responsables de la confección de las listas electorales a las Cortes Valencianas plagadas de imputados y procesados? ¿Ha dimitido alguien por la evidente chapuza que fueron esas listas? Nadie. Siguen al frente del partido los mismos, los que están desmotivando al votante y dejando el campo libre a la izquierda. Son los mismos los que ya han dado por perdida la batalla y están más preocupados buscándose puertas giratorias que en dar la cara, en dar un paso al frente y reconstruir una opción política de centro derecha digna de los cientos de miles de ciudadanos que en nuestra Comunidad no quieren aventuras políticas. Ante un Partido Popular autocomplaciente, desconectado de la realidad, en proceso de descomposición y sin talante ganador, el votante de centro derecha no puede, ni debe sumirse en el pesimismo. Hay otras opciones dispuestas a recoger el testigo, hay alternativas y en Alicante se llama Esperanza Ciudadana.

Santiago de Munck Loyola


lunes, 1 de septiembre de 2014

La regeneración democrática y los sucedáneos oportunistas.


Todo parece indicar que el Partido Popular ha puesto en el primer lugar de su agenda política la “regeneración democrática” o, mejor dicho, un sucedáneo de la “regeneración democrática”, una visión muy particular sobre esta idea. Ministros, algunos cargos públicos y dirigentes populares llevan varias semanas hablando de regeneración y bajo esta idea están trasladando a la opinión pública propuestas como la discutible elección directa de alcaldes o la drástica reducción de aforados. Es verdad que en el Programa Electoral del Partido Popular del año 2011, ignorado en la Comunidad Valenciana y en especial en Alicante, ya se apuntaban algunas propuestas de regeneración, pero tiene lo suyo que se acuerden de ello después de tres años de gobierno y que las propuestas hasta ahora hechas públicas sean tan raquíticas e interesadas.

Hablar de regeneración tras tres años de gobierno y hacerlo en los términos que se hace significa que se trata de una respuesta estratégica a los resultados electorales últimos y que no responde a un íntimo convencimiento de la necesidad de regenerar nuestro sistema democrático. Hablamos, por tanto, de tácticas y no de principios políticos, no nos dejemos engañar. Encuesta tras encuesta, los datos señalan que la mayoría de los ciudadanos se ha distanciado de los políticos, de los partidos y del propio sistema democrático que ellos monopolizan y que algunos de ellos corrompen con el silencio cómplice de los demás, salvo honrosas excepciones. Los ciudadanos demandan fundamentalmente ejemplaridad, participación y firmeza ante la corrupción. De ninguna de esas cosas han hablado los dirigentes populares cuando han empezado a levantar la bandera de la regeneración democrática. Y haciendo un paréntesis no puedo olvidar un documento del PPCV apoyado por Alberto Fabra, José Ciscar, José Juan Zaplana y otros líderes regionales del PP en el que se indica textualmente que no resulta admisible reivindicar la idea de regeneración democrática en el seno del Partido Popular, para justificar la expulsión de los afiliados regeneracionistas.

Hay algo básico y esencial que olvidan los conversos a la regeneración democrática y es que para promoverla, para intentar convencer a los ciudadanos de la honestidad y nobleza de sus propuestas hay que tener credibilidad. Nuestro sistema político, nuestra democracia necesita medidas de regeneración porque los principales actores del sistema, los partidos políticos, lo han deteriorado, lo han prostituido porque se han convertido en unas maquinarias burocráticas que no cumplen con los mandatos constitucionales. La mayoría de los partidos políticos padecen un fuerte déficit de democracia interna y han dejado de ser cauce de participación ciudadana. Son organizaciones endogámicas poco permeables a las necesidades sociales porque su funcionamiento se sustenta en una clase política privilegiada frente a los ciudadanos. Por ello, la primera medida regeneradora que debería ser puesta sobre la mesa es la regeneración de los propios partidos políticos, de los agentes que han de regenerar, a su vez, el sistema político. Si esa regeneración interna, en este caso del Partido Popular, apostando por la democracia interna, por el debate interno y la participación de sus militantes y simpatizantes, por la transparencia en su financiación, por el cumplimiento de los programas y por el rigor frente a los aprovechados y corruptos, no se produce de forma previa no pueden tener credibilidad sus propuestas de regeneración del sistema político. La prueba de ello es que las dos iniciativas recientemente puestas en circulación no nacen de un debate interno en el que los afiliados hayan podido discutir y realizar propuestas, no. Nacen de un gabinete que analiza resultados y encuestas y una dirección política, un sanedrín, que marca el rumbo y reparte los argumentarios de arriba a abajo.

Lo sensato y coherente sería que, una vez arreglada la propia casa por dentro, se realizasen propuestas de regeneración creíbles. Y dentro de esas medidas, lo prioritario para la mayoría de los ciudadanos no es, seguramente, cómo se elige a los alcaldes. Lo más probables es que la mayoría de los ciudadanos apostase por la ejemplaridad de la clase política, por acabar de una vez con los privilegios (aforamientos, tributación fiscal especial, ingresos exagerados, pensiones especiales, etc.) de quienes dicen que creen ahora en la regeneración, y por cualquier medida para erradicar la corrupción, para exigir responsabilidades por la mala gestión de algunos, para recuperar el dinero distraído de las arcas públicas, etc. La corrupción no sólo se combate con leyes, se previene con más democracia en las instituciones y en los partidos políticos. Regeneración democrática sí, sucedáneos no.

Santiago de Munck Loyola


jueves, 21 de agosto de 2014

La elección directa de los alcaldes.


Una de las consecuencias de los resultados de las últimas elecciones europeas ha sido el encendido de alarmas en el Partido Popular ante la previsible pérdida de numerosas alcaldías en las elecciones municipales que habrán de celebrarse en mayo del 2015. Lamentablemente estas alarmas no han activado un proceso interno de autocrítica para analizar las causas de la pérdida de apoyo electoral sufrida y corregir los errores cometidos. Lo que han activado las alarmas es la búsqueda de mecanismos legales para garantizar poder conservar las alcaldías en riesgo de pérdida a pesar de la sangría de votos. ¿Tanto miedo provoca a los populares la irrupción de Podemos o el declive del bipartidismo? ¿Tan poca confianza tienen en sus propias políticas?

En el Partido Popular han encontrado la solución para poder seguir gobernando los ayuntamientos a pesar de obtener menos votos: reformar las reglas de juego, reformar la ley para que resulte automáticamente elegido Alcalde el candidato más votado siempre que supere el 40 % de los votos. Esto de cambiar las reglas de juego en medio de un partido es propio de trileros y tramposos, pero ésta es, al parecer, el tipo de regeneración que algunos dirigentes populares quieren vendernos a los ciudadanos para “fortalecer” la democracia. La experiencia demuestra, una y otra vez, que las reformas legislativas hechas deprisa y corriendo, respondiendo a fenómenos coyunturales y sin contar con un amplio consenso suelen ser contraproducentes y esta lleva todo el camino de serlo. Y no se trata de una simple reforma de la Ley electoral, sino que se trata de todo un cambio que afecta directamente a la Ley de Bases de Régimen Local y a procedimientos relativos a la distribución de competencias en las corporaciones o a la figura de la moción de censura, por ejemplo.

Los defensores de esta idea, la elección directa de los alcaldes en estos supuestos, lo hacen alegando que así se facilitaría que gobernase la lista más votada. Dicen que no es democrático que pueda ser elegido alcalde alguien que se ha quedado en segundo o tercer lugar merced a los pactos postelectorales. Sin embargo, estos argumentos que a primera vista podrían parecer lógicos no se ajustan a la realidad.

Hay que empezar por aclarar que en España los ciudadanos no elegimos directamente ni al Presidente del Gobierno, ni a los Presidente autonómicos ni a los Alcaldes. Los ciudadanos elegimos a representantes, diputados y concejales, para que sean ellos los que elijan en su ámbito, Congreso, Parlamentos Autonómicos o Plenos Municipales, al Presidente del Gobierno, a los Regionales o a los Alcaldes. Se trata de un sistema fundamentalmente parlamentarista recogido en la propia Constitución. Es el Parlamento, el Congreso en concreto, el que elige al Presidente del Gobierno y este principio parlamentarista es el que se ha implantado de arriba abajo hasta llegar a los Ayuntamientos. Si nadie cuestiona este principio y, por tanto, no se cuestiona la legitimidad democrática de un Presidente de Gobierno elegido merced a las alianzas parlamentarias que sean precisas ¿a qué viene cuestionar ahora, a pocos meses de la celebración de unas elecciones municipales, la legitimidad y la calidad democrática de los alcaldes elegidos por los concejales?

Para los defensores de esta reforma unilateral y arbitraria del sistema de elección de los alcaldes es poco democrático que no pueda gobernar la lista, que no el candidato, más votada. Entonces ¿es más democrático que alguien con un 40 % de los votos pueda gobernar aplicando políticas no votadas y contrarias a la mayoría social?

Es cierto que nuestros sistemas de representación adolecen de muchos defectos y que es preciso realizar reformas para mejorar la calidad democrática de nuestras instituciones. Tenemos una Constitución que hasta ahora ha funcionado razonablemente bien y que es perfeccionable. Pero esta Constitución contiene principios y reglas de participación que inspiran el conjunto del sistema político. Abordar apresuradamente, de forma partidista y sin visión de estado algo tan importante como la reforma de las reglas de juego y de participación ciudadana de unas instituciones tan importantes y cercanas a los ciudadanos como son los Ayuntamientos no es admisible. Debemos mejorar la calidad de nuestra representación de modo que el voto de un ciudadano de Soria valga lo mismo que el voto de un ciudadano de Madrid, por ejemplo, algo que ahora no existe. Debemos mejorar la capacidad de elección de los ciudadanos que se ven obligados a votar listas cerradas impuestas por los partidos sin procesos previos de democracia interna. Debemos mejorar la vinculación y la responsabilidad de los cargos electos ante los electores de modo que votar no sea otorgar un cheque en blanco por cuatro años. Debemos buscar nuevas fórmulas que permitan al ciudadano intervenir directamente a través de las nuevas tecnologías en los procesos de toma de decisiones. En fin, que hay muchas tareas pendientes por delante para mejorar la calidad democrática de nuestro sistema político sin necesidad de acudir a reformas improvisadas y sin consenso que solo buscan un satisfacer un interés egoísta coyuntural.

Santiago de Munck Loyola




viernes, 4 de abril de 2014

Regeneración democrática: por sus obras los conoceréis.


El sistema político que padecemos, la feroz partitocracia, permite que algunos sujetos se permitan ciertos lujos que en una sociedad plural, viva, responsable y moralmente sana serían inadmisibles. Ciertos sujetos, cómodamente instalados a dedo en las cúpulas de los partidos y en las instituciones, se creen que la política es puro teatro y en consecuencia deambulan por la misma como simples actores interpretando aleatoriamente cualquier papel que se les encargue, prescindiendo de cualquier convicción ética y del más mínimo principio moral. Su problema y, por tanto, el todos los ciudadanos es que la política no es teatro; su problema es que se nota, y mucho, que están actuando y que detrás de sus palabras y de sus discursos sólo hay vacío intelectual y oquedad moral; su problema es que sus actos, sus hechos ponen de relieve su auténtica catadura moral. Como bien dice el Evangelio de San Mateo “Por sus obras los conoceréis”.
Viene este reflexión a colación de la noticia publicada hoy 4 de abril de 2014, en el Diario Información, en la que se da cuenta de la participación de un consumado actor político, José Juan Zaplana, Secretario Provincial del PP de Alicante, en una mesa redonda sobre la regeneración democrática: “El club Información acogió ayer por la tarde la mesa redonda «Vías para la regeneración democrática», enmarcadas dentro de las VII Jornadas Católicas y Vida Pública, organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas y la Universidad CEU Cardenal Herrera. Intervinieron José Juan Zaplana (PP), Loles Fernández (PSOE), Silvia Poveda (UPyD) y David Abad (Compromís). Francisco Sánchez moderó el debate”.
José Juan Zaplana, nada menos, que representando al PP para hablar sobre regeneración democrática. Increíble, pero cierto. Desconozco si la Asociación Católica de Propagandistas y la Universidad CEU Cardenal Herrera invitó directamente a este sujeto sin conocer su forma de proceder en torno a la regeneración democrática y los problemas de corrupción. Es posible que sí le conociesen y que le invitaran precisamente por eso, por representar todo lo contrario a la regeneración democrática. Puede que simplemente formulasen una invitación al Partido Popular y que éste le enviase como su representante más cualificado para hablar sobre el tema o, simplemente, que este señor se ofreciese con tal de salir en la foto, una de sus obsesiones. Es igual. Es de suponer que como habitual intérprete secundario y cínico consumado intentaría aparecer como un defensor a ultranza de la regeneración democrática, pero sus obras, sus acciones y antecedentes le delatan.
Hay que recordar una vez más que cuando los tribunales imputaron a la Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, por cuatro delitos, el Sr. José Juan Zaplana acudió raudo y veloz a presidir una cena de homenaje a la misma, algo que dista mucho de lo que implica trabajar por la regeneración democrática. Hay que recordar que el Sr. Zaplana y su jefe el Presidente Provincial José Císcar promovieron la expulsión de los afiliados populares que promovían la regeneración democrática suscribiendo un documento oficial del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, redactado por otro pésimo actor, el ex diputado Felipe del Baño, en el que literalmente se dice: “criticar la política de la Alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, (imputada por cuatro delitos) es criticar la política del Partido Popular” o que “el mero hecho de impulsar una campaña bajo la regeneración, y apoyar el lema, en comentarios que inducen a pensar que la corrupción campa a sus anchas en la organización del Partido, lejos de ser una opinión admisible en el debate democrático, es una falsedad inadmisible en cualquier foro”.
Hay que recordar que impedir la democracia interna en un partido político, y los hechos lo demuestran, como hace el tandem Císcar – Zaplana tiene muy poco que ver con el concepto de regeneración democrática. Hay que recordar igualmente que vivir de la política sin haber sabido ganarse la vida fuera de ella tampoco tiene mucho que ver con la regeneración. Como tampoco lo tiene ocultar a los afiliados del partido que lo piden el examen las cuentas de las campañas electorales que están bajo sospecha judicial.
En fin, que constituye una auténtica decepción y un despropósito digno de una película de Almodóvar que la fuerza mayoritaria del centro derecha alicantino no cuente entre sus filas con personas suficientemente capacitadas para poder hablar en público, con convicción y con una sólida trayectoria ética, sobre la regeneración democrática y que se envíe a semejante representante. Es un síntoma más de que el Partido Popular de Alicante no sólo no cree en esta necesaria idea, sino que además se burla del conjunto de los sufridos ciudadanos designando a un embajador como éste, perfectamente conocido y retratado por sus obras. Salvando las distancias ¿se imagina el lector a Bárcenas participando en un coloquio sobre la transparencia en la contabilidad de los partidos? De pena.
Santiago de Munck Loyola