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viernes, 26 de febrero de 2021

El racismo blanqueado.


No es nuevo. Desde hace mucho tiempo, tanto los medios de comunicación como buena parte de la clase política ha venido blanqueando el racismo subyacente tanto en el nacionalismo vasco, como en el catalán, mientras que rápidamente se etiqueta de racista o de xenófobo a cualquier partido político español de derechas sin ninguna base doctrinal o de identificación ideológica explícita. Y ello es así hasta el punto de promover, como hemos visto recientemente, “cordones sanitarios” hacia partidos políticos concretos como en el caso de Vox.

Sin embargo, si uno se toma la molestia de analizar, aunque sea someramente, textos y declaraciones de algunos dirigentes nacionalistas e independentistas se dará cuenta de que apestan a racismo. El ejemplo más claro lo tenemos en el PNV. Es cierto que si se lee sus Estatutos o documentos como la Declaración por su primer centenario ellos mismo han eliminado cualquier rastro del pensamiento (y soy generoso utilizando esta palabra) del fundador del PNV, Sabino Arana. Veamos algunos de sus textos:


“Gran numero de ellos (los españoles) parece testimonio irrecusable de la teoría de Darwin, pues más que hombres semejan simios poco menos bestias que el gorila: no busquéis en sus rostros la expresión de la inteligencia humana ni de virtud alguna; su mirada solo revela idiotismo y brutalidad”.

“El roce de nuestro pueblo con el español causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón”.

“La fisionomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta. El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe. El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntadselo a cualquier contratista de obras, y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos”.

"Oídle hablar a un bizkaino, y escuchareis la más eufórica, moral y culta de las lenguas; oidle a un español, y si solo le oís rebuznar, podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias”.

“Etnográficamente hay diferencia entre ser español y ser euskeriano, la raza euskeriana es sustancialmente distinta a la raza española”.

“El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español o no sabe andar, o si es apuesto, es tipo femenino”.


¿Se puede ser más racista? ¿Se puede ser más gilipollas para escribir semejantes sandeces? A ello habría que añadir el profundo desprecio del fundador de los nacionalistas vascos hacia la democracia parlamentaria y sus apelaciones a la violencia para la consecución de sus fines racistas, es decir, un auténtico nazi. Pues bien, nadie habrá escuchado de los dirigentes nacionalistas vascos, actuales o pasados, ni una sola condena de las peregrinas ideas racistas de su fundador, el PNV tiene a gala de exhibir anualmente sus premios “Sabino Arana” y tanto en País Vasco como en Cataluña este nazi, paleto racista y supremacista cuenta con calles y avenidas con su nombre.

Y entre los partidos independentistas catalanes el racismo y el supremacismo está presente y empapa e impulsa sus objetivos desde la derecha a la izquierda. No hace mucho, la diputada de Junts per Cat, Anna Erra manifestó la necesidad de “concienciar a los catalanes autóctonos” para que abandonen la “costumbre” de “hablar en castellano a cualquier persona que por su aspecto físico o por su nombre no parece catalana”. Racismo puro. Y la propia Generalidad de Cataluña promovió una campaña con el lema No me cambies la lengua con el fin de “concienciar a los catalanohablantes para que no cambien de lengua cuando creen, ya sea por el acento o por los rasgos físicos, que su interlocutor no ha nacido en Cataluña”.



Ya Jorge Pujol, el del 3%, publicó en 1976 lo siguiente: “El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido, [...] es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad”.


Y qué decir de Joaquín Torra (JxCat) quien hace menos de diez años escribió refiriéndose a los españoles “Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua [catalana]. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. [...] Les rebota todo lo que no sea español y en castellano. Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan las bestias. Viven, mueren y se multiplican” y “El coeficiente de inteligencia de un español y de un catalán según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Educación y Ciencia español, da una clara ventaja a los catalanes”. No se queda ahí el nazi Torra. He aquí dos perlas más del ex honorable imbécil: “El carácter trabajador y europeo del catalán es un factor anímico bien contrario al gandul y proafricano del español”. “Por todo eso tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial”.


Tampoco el delincuente Oriol Junqueras se queda manco a la hora de destilar racismo: “Los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses; y un poco con los suizos. Mientras que los españoles presentan más proximidad con los portugueses que con los catalanes y muy poca con los franceses. Curioso…”.

Uno no termina de entender que los promotores de cordones sanitarios en España, políticos y aplaudidores de los medios de comunicación, no hayan propugnado nunca levantar uno contra los racistas y supremacistas independentistas, salvo por su necesidad de sacrificar la ética por un puñado de votos en el Congreso. Racistas como Puigdemont no tienen escrúpulo alguno en recibir la ayuda de gentuza como el belga Mark Demesmaeker, de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), partido que colaboró con los nazis en la Segunda Guerra Mundial y que es la formación política que más se ha comprometido con Puigdemont ayudándole a establecerse en Bélgica.

El racismo está presente, muy presente en la vida política española. Es la gasolina de la mayoría de los partidos independentistas y si de verdad se cree en los derechos humanos y en la supremacía de la ética en las relaciones políticas es necesario un drástico cambio en las relaciones interpartidistas y sociales. El racismo debe ser condenado con hechos y aislado social y políticamente. Todo lo que no sea así es pura hipocresía.

Santiago de Munck Loyola


miércoles, 5 de agosto de 2020

Objetivo: liquidar el régimen del 78 y a su impulsor.

La marcha de España, sea temporal o no, de D. Juan Carlos I parece que ha dejado insatisfechos a muchos de los actores políticos que venían pidiendo desde hace tiempo un gesto o una decisión al respecto por parte de la Casa Real. Que se sientan satisfechos o no los políticos o los locuaces comentaristas televisivos debería traernos al pairo a los sufridos ciudadanos. Y en medio de esta cascada informativa y de tanto carroñero tendremos que hacer un paréntesis para procesar, analizar y desmenuzar todas las informaciones con las que a diario nos bombardean.

 

Durante décadas los medios de comunicación españoles mantuvieron un pacto de silencio no escrito en torno a las actividades privadas de Don Juan Carlos. Parece evidente que la conducta privada del Monarca no era precisamente ejemplar y los rumores sobre esa conducta, que en otras Monarquías europeas se habrían traducido en verdaderos escándalos, aquí no pasaron de la categoría de comentarios y de chismes vistos por mucha gente hasta con cierta simpatía o complicidad. Es hace dos años cuando el ambiente cambia, cuando un medio de comunicación (OK Diario) publica parte de las grabaciones de unas conversaciones de llamémosla la Corina al ex comisario y presunto delincuente, Villarejo. Y no conviene olvidar que esta “señora” hizo esas escandalosas declaraciones sabiendo que estaba siendo grabada. Abierta la espita, se acabó la inmunidad informativa para Don Juan Carlos y el goteo de noticias no ha cesado aunque parece que lo único probado hasta ahora es que Don Juan Carlos recibió regalos y donaciones que no declaró en España y que usó cuentas en paraísos fiscales. Algo que es inadmisible para un Jefe de Estado y éso es algo que todos los ciudadanos que cumplimos con Hacienda y que además no poseemos cuentas en paraísos fiscales podemos y debemos reprobar y condenar. Pero no es ése el caso de quienes se financian con el dinero de Irán o de la narcodictadura venezolana, de quienes camuflan sus ingresos a través de sociedades para eludir impuestos, de quienes contratan a asistentes personales y no les dan de alta en la seguridad social, de quienes han metido la mano en las cajas públicas malversando los fondos destinados a los parados o a la formación, de quienes se han forrado con el 3%, de quienes los han encubierto extendiendo banderas independentistas o de quienes, bajo cualquier fórmula, nos han convertido en rehenes de la corrupción. Todos ésos son ahora los menos indicados para hablar, para criticar o para exigir nada. Todos ésos, y todos sabemos quienes son, carecen de legitimidad para pedir ejemplaridad o para exigir responsabilidades.

 

Sin embargo, no lo hacen y seguramente porque les importa muy poco el fondo del asunto. Ellos están a otra cosa desde hace tiempo. Ellos están en liquidar el régimen de la transición. Un régimen fundado en la reconciliación de los españoles que no aceptan de ningún modo. Llevan años reinventando el pasado, reabriendo heridas, fomentando odios y tratando de sustituir la reconciliación nacional por la memoria supuestamente histórica. Separatistas, chorizos del 3%, herederos de la mafia etarra, comunistas y populistas van de la mano para liquidar todo rastro de la transición y el asunto de Don Juan Carlos les viene de perlas. Cada cual tiene su objetivo: romper la unidad de España, liquidar el régimen del 78, instaurar un régimen populista o acabar con las libertades “burguesas” y, siendo aliados coyunturales, han descubierto la clave de bóveda cuya destrucción les permitiría alcanzar sus objetivos, la Monarquía parlamentaria que ha proporcionado a los españoles la etapa más larga de progreso y libertad nunca antes alcanzada en España.

 

En este régimen nacido en 1978 es perfectamente legítimo ser republicano y promover a través de sus mecanismos constitucionales la sustitución de la forma de la jefatura del Estado pasando de Monarquía a República. Pero seguramente los planes de estos aliados no pasan por seguir los mecanismos constitucionales, como no los siguieron cuando los separatistas intentaron su “golpe de estado” a través de un simulacro de referéndum y contaron con la complacencia de comunistas y populistas.

 

Por todo ello, hay que estar muy atentos, hay que analizar cada noticia, hay que identificar bien quién, qué y por qué denuncia, hay que buscar la finalidad real de cada movimiento político. No nos dejemos engañar porque los que hablan ahora de la promoción de la ejemplaridad como motivo de sus críticas a la conducta D. Juan Carlos, en el fondo, les importa un bledo el concepto de ejemplaridad y no hay más que examinar sus propias conductas.

 

Pero sobre todo hay que recordar, hay que hacer un balance histórico de los últimos 40 años que no pueden ser borrados por estos escándalos. ¿Don Juan Carlos abrió las puertas a la democracia? ¿La impulsó? ¿Cumplió con sus funciones constitucionales? ¿Hizo cumplir en última instancia la Constitución? ¿Nos representó con dignidad en el extranjero? ¿Amplió el prestigio de nuestra Nación? ¿Bajo su reinado España alcanzó las más altas cotas de prosperidad, de paz y de libertad? Pues eso. 


Deberá responder ante la Justicia si ha lugar a ello, pero no por eso se puede borrar ni su legado histórico ni mucho menos deslegitimar la actual Jefatura del Estado. Felipe VI está cumpliendo meticulosamente las funciones que la Constitución le encomiendan y los errores de su padre ni se heredan, ni la genética le descalifica para hacerle abdicar como pretenden algunos podemitas y el catanazi Torra. Y si no que le pregunten por la herencia genética al propio Pablo Iglesias.

 

Santiago de Munck Loyola

https://santiagodemunck.blogspot.com

 

 

 

 

miércoles, 10 de enero de 2018

La Constitución, el independentismo y Alicante (Primera parte).

Este año se cumplirá el 40 aniversario de la aprobación de la Constitución española. Se puede y se harán toda clase de valoraciones sobre su desarrollo, su eficacia o su aplicación. Pero quizás, ante el problema catalán, hay un hecho incontestable: tras cuarenta años de desarrollo del estado autonómico, diseñado en principio para satisfacer las aspiraciones territoriales, hoy hay más independentistas en Cataluña que hace 40 años, hoy existe más riesgo de ruptura de la unidad de España que hace 40 años. La Constitución de 1978 no ha servido para solucionar la tensión centro-periferia sino que la ha agravado. Y lo ha hecho en calidad y en cantidad, los nacionalistas se han convertido en independentistas y su número se ha multiplicado exponencialmente. Cada transferencia competencial sólo ha servido para alimentar el independentismo. Se equivocan quienes tratan de explicar el crecimiento del independentismo por una supuesta falta de diálogo del Gobierno de la Nación o por las supuestas afrentas sufridas por la sentencia del Tribunal Constitucional anulando algunos artículos del Estatuto de Autonomía cuyo alcance ignora la inmensa mayoría de los votantes independentistas. Durante 40 años, los nacionalistas han elaborado y difundido un discurso basado en el victimismo, han logrado solaparse con Cataluña de modo que, al final, cualquier crítica a un político nacionalista, por muy torpe o corrupto que fuera, la vendían como un insulto a Cataluña.

La Constitución de 1978 ha sido y es el abono para el crecimiento del independentismo. Cada competencia transferida a la autonomía catalana se ha convertido en un hachazo más para derribar el tronco de la soberanía del pueblo español. Los nacionalistas del 78 siempre fueron independentistas. No querían la autonomía para buscar y asentar éso que algunos denominan un nuevo “encaje” de Cataluña con el resto de España, sino para alcanzar a largo plazo la independencia y, para ello, necesitaban los instrumentos económicos, legales y, sobre todo, educativos que el Estado de las autonomías les podía transferir. Durante 40 años los independentistas han construido un relato histórico falseado que han inoculado al conjunto de la sociedad catalana sin que se produjera una réplica o reacción por parte del conjunto de la sociedad española ni, por supuesto, de la clase política más interesada en la utilización partidista y coyuntural de los instrumentos del Estado. El denominado “oasis” catalán ha sido una realidad consentida por el conjunto de la sociedad española, por su clase política y económica y especialmente por los medios de comunicación. Y las consecuencias están ahí.

Hoy tenemos un gran problema como Nación. Un problema que ha crecido y se ha agravado gracias a la Constitución de 1978 y al diseño y desarrollo dela estructura del Estado establecida en la misma. Hoy, los españoles no poseen los mismos derechos y obligaciones con independencia del territorio en el que vivan. Hoy, podemos constatar que mientras los Estados de la Unión Europea han caminado hacia la armonización de sus legislaciones nuestra Constitución ha seguido exactamente el camino contrario. No es posible resolver el gran problema que tenemos como Nación sin reconocer y señalar claramente su origen. Ni el federalismo, ni alcanzar cotas más altas de autonomía van a solucionar el problema sino todo lo contrario. El federalismo porque es lo último que desean los independentistas ya que supondría la igualdad competencial para todas las regiones. Más autonomía tampoco porque el margen de cesiones es prácticamente inexistente y está demostrado que solo sirve para alimentar al monstruo.

Mientras tanto, mientras se mantiene el actual estado autonómico, el monstruo independentista no sólo se mantiene en Cataluña, sino que se está expandiendo a los territorios limítrofes que forman parte de esa ensoñación que constituyen los llamados Países Catalanes. Parte de Aragón, la Comunidad Balear y la Comunidad Valenciana están ahora mismo cultivando y abonando con los recursos proporcionados por el estado autonómico al engendro independentista y expansionista catalán.

Es un hecho, una realidad incontestable que requiere una acción política firme y decidida. Los que vivimos en la Provincia de Alicante estamos ya sufriendo esta situación, pero podemos intentar revertirla si, en vez de mirar hacia otro lado, somos capaces de usar los instrumentos que el estado autonómico tiene a nuestra disposición pero justamente en la dirección contraria a la que los independentistas han venido siguiendo. No es imposible. Se puede hacer y se debe hacer.

Fdo. Santiago de Munck Loyola

miércoles, 11 de octubre de 2017

Dos golpes por el precio de uno.


La escalada secesionista que llevamos años padeciendo ha culminado ayer en un golpe de estado perpetrado en el Parlamento catalán que a muchos ha dejado atónitos. Hay quien cree que ayer Puigdemont ha dado marcha atrás y se lo agradecen como el inefable traidor Pablo Iglesias, hay quien piensa que ha sido un simple “gatillazo” y muchos, en definitiva, están convencidos de que nada de lo que sale de los secesionistas tiene efectos jurídicos.

Es todo un despropósito y da la sensación de que los actores de esta tragedia viven en mundos y realidades absolutamente diferentes. Anoche mismo, tras la declaración de independencia enunciada y aparentemente suspendida por Puigdemont,  compareció la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y dijo entre otras cosas que “ni el Sr. Puigdemont, ni nadie, pueden sacar conclusiones de una ley que no existe (la Ley catalana de Referéndum) ni de un referéndum que no se ha producido”. Vamos a ver, que el referéndum del 1 de octubre fuera ilegal, que careciese de cobertura legal y que no fuera democráticamente homologable, no quiere decir que no se haya producido. 

Todos los vimos, hubo un referéndum con una participación escasa y con unos resultados falseados, pero lo hubo. No se puede negar la evidencia. Afirmar lo contrario sería tanto como renunciar a perseguir a quienes organizaron el referéndum ilegal. El problema está ahí y reside en que las autoridades golpistas catalanas ya están actuando con su propia legalidad, con su ley de referéndum y su ley de Transitoriedad, y no acatan las decisiones del Tribunal Constitucional. Sus actuaciones vulneran desde hace tiempo la Constitución, el Estatuto de Autonomía y las decisiones judiciales porque no reconocen la autoridad del Estado en Cataluña. Rechazan la legalidad española y han creado la suya propia y por mucho que la justicia española, a la que no reconocen, declare su ilegalidad lo cierto es que están fingiendo que actúan al amparo de sus propias leyes.

Pero es que, además, la esquizofrenia independentista se plasma en que solo fingen que actúan conforme a su propio nuevo ordenamiento porque, en realidad, tampoco lo hacen y ayer Puigdemont y sus acólitos lo demostraron ante todo el mundo. De acuerdo con su propia ley catalana de referéndum, aprobada irregularmente e inútilmente suspendida por el Tribunal Constitucional, “Si en el recuento de los votos válidamente emitidos hay más afirmativos que negativos, el resultado implica la independencia de Cataluña. A tal efecto el Parlamento de Cataluña dentro de los dos días siguientes a la proclamación de los resultados por parte de la Sindicatura electoral celebrará una sesión ordinaria para efectuar la declaración formal de la independencia de Cataluña, sus efectos y acordó el inicio del proceso constituyente” (Art.4.4). Es decir que debería haber proclamado los resultados la Sindicatura Electoral y no había tal Sindicatura. Y, en segundo lugar, el Parlamento de Cataluña debería haber celebrado a los dos días de dicha proclamación (que no se ha efectuado) una sesión ordinaria (que tampoco se ha celebrado) para declarar formalmente la independencia de Cataluña. Sin embargo, lo que ayer vivió todo el mundo fue una sesión extraordinaria del Parlamento de Cataluña en la que Puigdemont “proclamó” los resultados del referéndum y en la que “declaró” la independencia de Cataluña para, a renglón seguido, proponer al Parlamento que suspendiese temporalmente los efectos de dicha declaración. 

Peor imposible, una tomadura de pelo. Puigdemont se arrogó las atribuciones de la Sindicatura Electoral, proclamando él mismo los resultados, y del Parlamento catalán, declarando él mismo la independencia. Y ni siquiera el Parlamento catalán llegó a suspender los efectos de tal declaración tal y como se acababa de decir. La guinda de este autogolpe fue la firma posterior de un documento firmado por una parte de los diputados proclamando la república catalana en nombre de todos los catalanes. Los hechos son los que son: Puigdemont y los suyos no solo violan la legalidad constitucional sino que sus primeros actos al amparo de sus propias normas también constituyen una violación de las mismas. Puigdemont sustituyó a su Sindicatura de Cuentas y al propio Parlamento catalán arrogándose atribuciones propias de un dictador. Puigdemont es el representante supremo de la Nación; personifica la soberanía nacional; ejerce el poder supremo político y administrativo”, Artículo sexto de la Ley Orgánica del Estado de 1967, perfecto para esta ocasión. ¿Cómo no van a huir las empresas de Cataluña con semejante inseguridad jurídica? ¿Cómo no van a huir las inversiones de un territorio donde reina la más absoluta arbitrariedad? ¿A qué tienen que atenerse los ciudadanos catalanes? ¿A la legislación española, a la catalana, a la que se le ocurra a cualquier separata en cualquier momento?

No es posible seguir así ni un día más. Plantearse ahora si esa declaración no hecha pero con solicitud de suspensión no efectuada y acompañada de una proclamación de independencia firmada fuera del hemiciclo tiene o no tiene efectos jurídicos es indiferente, sus efectos son políticos y económicos. Y plantearse ahora que hay buena voluntad de los secesionistas porque quieren dialogar durante unas semanas con el Gobierno de España es sencillamente engañarse, engañar a los ciudadanos, hacer el juego a los golpistas y sumarse al intento de dinamitar la unidad de España porque solo quieren dialogar sobre cuándo, cómo y por cuánto se independizan. No se puede pactar con un violador cuándo y cómo va a delinquir.

Hoy el Consejo de Ministros ha dado por fin un paso que parece que se encamina hacia la aplicación del Artículo 155 de la Constitución al requerir a Puigdemont para que aclare si la payasada de ayer fue una declaración de independencia, algo obvio. Quizás si se le hubiera requerido formalmente a la Generalidad para que anulase su Ley de Referéndum y su Ley de transitoriedad ya se habría podido aplicar el Artículo 155 y todos nos habríamos ahorrado muchos sin sabores, pero lo importante ahora es que se ponga fin cuanto antes a este disparate político y jurídico. Y, una vez restablecida la legalidad, nada habría más sano para nuestra democracia que convocar simultáneamente unas elecciones autonómicas en Cataluña y unas Generales porque todos ya se han retratado y los electores ya sabemos quién está con la Constitución y la unidad de España y quién no.

Santiago de Munck Loyola


sábado, 7 de octubre de 2017

El Partido Esperanza Ciudadana (Partido Alicantino Regionalista) requiere al Gobierno para que aplique el Artículo 155 de la Constitución.

7-10-2017

COMUNICADO.

Ante la situación existente en Cataluña y los reiterados incumplimientos por parte de la Generalidad catalana de sus deberes constitucionales así como su intención expresa de proceder en los próximos días a declarar unilateralmente la independencia de las provincias de Cataluña, el Partido Esperanza Ciudadana (Partido Alicantino Regionalista) ha remitido ayer un requerimiento al Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, para que proceda a poner en marcha de forma inmediata el Artículo 155 de la Constitución Española.

En el citado requerimiento se señala que “el Gobierno de España, una vez consumada esta parte del golpe de estado que se está desarrollando en Cataluña, no puede seguir haciendo dejación de sus funciones y seguir esperando para actuar en función del siguiente escalón golpista que, como ya se ha anunciado públicamente, será la declaración unilateral de independencia”.

Igualmente se recuerda que “el Artículo 155 de nuestra Constitución señala que “Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general” pero, a la vista de los acontecimientos, no es posible ampararse más en el carácter optativo de esta disposición contenido en su redacción al señalar que ”el Gobierno…podrá adoptar..” porque hacerlo supondría no sólo facilitar la consumación del golpe de estado, sino vulnerar los mandatos del Código Penal para defender la Constitución”.

Por ello, concluye el escrito remitido a la Presidencia del Gobierno  que se requiere “Al Presidente del Consejo de Ministros de España, D. Mariano Rajoy Brey, para que cumpla con sus obligaciones constitucionales y proceda de forma urgente a activar la aplicación del Artículo 155 de la Constitución Española y a dictar las instrucciones precisas para la persecución de todos los actos delictivos que se han producido o estén en curso de ejecución”.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Religiosos catalanes: zapatero a tus zapatos.

Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), como bien es sabido, es una de las tres formaciones que lidera la vía golpista para lograr la independencia de Cataluña. ERC fue fundada en 1931 y sus actuales dirigentes se proclaman herederos de aquella Esquerra de los años 30 de tan funesto y siniestro recuerdo.

Resulta muy llamativa la nula memoria histórica de esos 400 sacerdotes catalanes que se han sumado la causa del referéndum secesionista y, por tanto, se han aliado con los señores de Esquerra Republicana de Cataluña. Estos sacerdotes pertenecientes a la Iglesia Católica (es decir universal) han decidido apostar políticamente por un movimiento que pretende imponer sus tesis a la mitad, al menos, de la población catalana. De la universalidad evangélica han saltado al provincialismo político sectario y excluyente sin despeinarse. 

Han decidido con la firma de un manifiesto apoyar a quienes defienden dinamitar las leyes, desde la Constitución hasta el Estatuto de Autonomía, y adherirse al llamado derecho de autodeterminación o derecho a decidir que a lo mejor se encuentra recogido en los tratados teológicos, no lo sé porque no soy experto en la materia, pero que de ningún modo se encuentra en ninguna Constitución democrática. Claro, que estos curas tienen todo el derecho del mundo a expresar libremente su opinión sobre cuestiones políticas, afortunadamente España no es el Vaticano donde expresar libremente la opinión sobre cuestiones religiosas puede acabar en los tribunales de la sucesora de la Inquisición como les ocurrió a Kung o a Lefèvre por citar dos extremos, pero lo que no parece ya moralmente aceptable es que usen los sagrados púlpitos para posicionarse en una cuestión estrictamente partidista. ¿Acabarán por imponer penitencias más severas a los constitucionalistas confesos?

Es evidente que lo mismo que estos curas pueden pedir públicamente, aunque sea desde los púlpitos de las Iglesias, que se reconozca el derecho a decidir, que se viole el orden constitucional o la independencia de Cataluña los demás ciudadanos podríamos pedir a la Iglesia Católica que reconozca el divorcio, que bendiga el adulterio, que legalice la poligamia en el derecho canónico o que los curas se metan en sus asuntos.

Volviendo al inicio de estas líneas, es llamativa la falta de memoria de estos sacerdotes cuyos sueldos, por cierto, pagamos en su mayor parte los constitucionalistas, a la hora de alinearse políticamente porque van de la mano de los señores de Esquerra Republicana de Cataluña. Hay que recordarles a estos pastores sectarios de la Iglesia Universal que bajo el control de ERC funcionaron entre 1936 y 1939 46 checas del terror tan sólo en la ciudad de Barcelona y centenares en toda Cataluña. Hay que recordarles a estos curas que 8.148 civiles fueron asesinados en Cataluña durante este periodo y que de éstos, más de 2.000 fueron religiosos, unos 1.190 curas, unos 795 monjes y 50 monjas. Sólo entre julio y septiembre de 1936 el número de personas asesinadas fue de 4.682. ¿Ha pedido perdón la Esquerra Republicana de Cataluña? No lo ha hecho nunca, ni lo hará. Pero ello parece que no es ningún obstáculo para que 400 sacerdotes de los casi 2000 que hay en Cataluña vayan de la mano con estos señores cuyo anticlericalismo está más que acreditado. Y basta ver las pintadas actuales que se gastan para adivinar el futuro que les espera a los religiosos con estos independentistas en el poder.

Curas cargados de odio contra España y los españoles, sacerdotes que fomentan la confrontación civil es lo último que necesita nuestra sociedad y, por supuesto la Iglesia católica. ¡Zapatero a tus zapatos!

Santiago de Munck Loyola.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Atentados de Barcelona ¿Unidad frente al terrorismo?

Tras la enorme convulsión social generada por los atentados islamistas de Barcelona del 17 de agosto y sus consecuencias, polémicas incluidas, cualquier persona normal pensaría que el primer acto del Congreso de los Diputados, tras las vacaciones estivales, sería un debate, tal y como lo está haciendo la sociedad, sobre dichos atentados, sobre la actividad terrorista y su prevención. Pero no, no va a ser así, Podemos y Socialistas, han decidido que hoy el Congreso se dedique a hablar sobre la Gürtel a ver si pueden sacar algún rédito político del desgaste que supuestamente esperan generar al Presidente del Gobierno. Es evidente que la agenda de la clase política no coincide con la de los ciudadanos. Ellos a lo suyo.

Mientras tanto, las informaciones, las polémicas y los debates sobre los atentados terroristas continúan en los medios de comunicación y en las redes sociales. Y hay para todos los gustos, salvo para quienes hubiesen preferido, a parte de una condena unánime del terrorismo islamista y de una demostración de solidaridad generalizada con las víctimas, un poco más de reflexión y sosiego. Acontecimientos tan dolorosos como éstos tienen la virtualidad de sacar fuera lo mejor y lo peor de cada uno. Los ánimos de encrespan y las reacciones viscerales y emocionales sustituyen con rapidez a necesidad de sostener una visión analítica y reflexiva. Si a ellos añadimos la actuación y las declaraciones de determinados políticos ávidos de aprovechar la sangre de inocentes, como en el 11M, para buscar beneficios electorales o reivindicar sus causas sectarias tenemos un cóctel perfecto para ofrecer la imagen de una sociedad dividida y desarmada frente al terrorismo. Mientras nos peleamos, discutimos, denunciamos públicamente nuestros errores policiales o políticos, ellos, los terroristas toman buena nota de nuestra debilidad y se fortalecen para el siguiente golpe.

Algunos se han dedicado a proclamar consignas señalando a culpables, sin fundamento alguno que las sustente, y miles de ciudadanos se han dedicado a propagarlas y a usarlas como armas dialécticas en las redes socian muy sorprendentes los intentos de desviar la atenci
ales, generando aún más fractura social. Resultón sobre la culpabilidad de los atentados incluso rebuscando en el pasado.

Y los culpables son los que en un momento determinado de sus vidas deciden acabar violentamente con la vida de personas inocentes. Poco importan, a la hora de determinar la culpabilidad, las causas o la finalidad de su decisión. En este caso los culpables, los autores de la matanza, son inmigrantes musulmanes acogidos e integrados en la sociedad española. Y punto. Éso es lo relevante.
Los motivos o las causas pueden ayudar a explicar lo sucedido e incluso a intentar prevenir nuevos atentados. Pero no pueden servir para diluir la culpabilidad teorizando sobre otros niveles de culpabilidad indirecta.

Se trata de un fenómeno de terrorismo religioso y concretamente de terrorismo islamista que responde a una interpretación estricta, para algunos incorrecta, del Islam. Algunos dispuestos a sacar tajada de los cadáveres han puesto la lupa sobre, nada menos, que el Rey y el Gobierno por vender armas a Estados Islámicos. Seamos serios, por favor. El Rey no vende nada, el Rey no gobierna, sus actos están impulsados y refrendados por el Gobierno que, lo que hace, es allanar el camino a las empresas que comercian con otros países. Y si queremos rizar el rizo, hagámoslo. Si admitimos esta tesis, habrá que subrayar que si los países islámicos compran armas que acaban en manos de terroristas es porque tienen dinero, y si tienen dinero es por que les compramos petróleo, y si les compramos petróleo es porque usted y yo consumimos energía bien con el coche, con el transporte público o encendiendo la luz de casa. O sea que podemos llegar al absurdo de que usted y yo y los jetas que sujetaban esos carteles somos financiadores del terrorismo internacional. Lo que hay que oír y leer.

Otros buscan culpables en la foto de las Azores y sacan a pasear a Aznar y al imperialismo yanqui, el ruso en Afganistán no ¡por Dios! Pero cuando se habla de terrorismo islamista no hay que detenerse en Al Quaeda o en ISIS hay que ir más atrás en el tiempo para saber que no es una novedad generada a raíz de la foto de las Azores. Sin irnos demasiado tiempo atrás, los islamistas degollaron a decenas de miles de civiles en Argelia en los años 80 y 90 del siglo pasado por pecar votando. Sí, por pecar votando. El vicepresidente del FIS Ali Belhadj, en febrero de 1989 dijo en un discurso que “No hay democracia porque la única fuente de poder es Alá a través del Coran, y no el pueblo. Si el pueblo vota contra la ley de Dios, no es nada más que blasfemia. En este caso es necesario matar a los no-creyentes por la buena razón de que desean sustituir la autoridad de Dios por la suya propia”. ¿Las Azores? ¿Felipe VI? ¿El Gobierno Español?

O podemos recordar a los 18 asesinados y 82 heridos por una potente bomba el 12 de abril de 1985 en el restaurante "El Descanso", cerca de Madrid. Fue reivindicado por un grupo de la Yihad islámica. El principal sospechoso como autor de este atentado, Mustafá Setmarian, pudo incluso haber tenido conexiones con los terroristas islamistas del 11M. ¿Las Azores? ¿Felipe VI? ¿El Gobierno Español?


Hay por otro lado quienes buscan culpables en el conjunto de la sociedad, ésta vez no por comprar petróleo a los países árabes, sino por mantener una estructura de clases capitalista que termina por empujar a los marginados musulmanes hacia la radicalización. Y a pesar de que el marxismo ha demostrado sobradamente su incapacidad para explicar la historia y de ofrecer soluciones se empecinan en ello. Sin embargo, no son capaces de ofrecer una sola explicación plausible para saber por qué de los millones de marginados existentes tan sólo una pequeña parte, y además musulmana, se convierte en terrorista. ¿Las Azores? ¿Felipe VI? ¿El Gobierno Español?

Es muy significativo que al amparo de esas interesadas interpretaciones en la manifestación celebrada en Barcelona el pasado 26 de agosto no hubiese pancartas de condena al terrorismo islamista y, por el contrario, floreciesen carteles de condena al Rey, al Gobierno o a la islamofobia. 


La solidaridad con las víctimas pasó desapercibida y la utilización de la manifestación para exhibir símbolos independentistas estuvo perfectamente orquestada por los mismos que no condenan el terrorismo de forma expresa. Claro, que no es posible olvidar que quienes hoy encabezan el golpe de estado a cámara lenta son los mismos que en 2004 pactaron con la banda asesina ETA que no matase en Cataluña.

De todo ello estarán tomando buena nota los terroristas. Nuestra debilidad como Nación es el reflejo de nuestra debilidad como sociedad, fruto de una progresiva pérdida de valores y principios religiosos y éticos, y que nos sitúa como blanco fácil para estos sujetos. ¿Unidad frente al terrorismo? Lamentablemente, con algunos, es imposible.

Santiago de Munck Loyola.
https://santiagodemunck.blogspot.com.es

domingo, 18 de junio de 2017

El PSOE constitucionalista ha muerto.


En la misma semana que hemos celebrado el 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas en España tras la muerte de Franco que darían lugar a la Constitución de 1978, el PSOE  ha celebrado su 39 Congreso cuyo principal resultado ha sido el de sumarse a los que dan por liquidada a la transición y con ello a la esencia de la propia Constitución. Pedro Sánchez, el candidato socialista con los peores resultados electorales socialistas desde 1977, reelegido por la militancia como Secretario General ha escogido el rumbo que más convenía a su estrategia cortoplacista, construir una alternativa sustentada en los podemitas e independentistas para echar al PP del Gobierno. Y para lograrlo no ha dudado ni un minuto en renunciar a que dicha alternativa vuelva a serlo en solitario el PSOE, ni en renunciar a la herencia constitucionalista del PSOE de la transición ni en asumir el papel de comparsa de una tropa que abarca desde los herederos de los terroristas etarras, pasando por los residuos comunistas hasta los independentistas de toda clase.

Para lograrlo el PSOE de Pedro Sánchez ha asumido las tesis independentistas refrendadas por los podemitas al convertir la estulta definición de España como “Nación de Naciones” o como “Estado plurinacional” en la principal propuesta programática del 39 Congreso Socialista. Tratan de encubrir esta traición a la Constitución y a la Nación española señalando que la soberanía nacional sigue residiendo en el conjunto del pueblo español, pero a ver cómo se puede explicar semejante contradicción. Si hay una Nación, la española, la soberanía nacional reside en el pueblo español. Pero si ya no existe la Nación española, según Pedro Sánchez y su partido, sino un ente plurinacional, es decir, un ente compuesto de varias naciones se deduce que tampoco habrá una única soberanía nacional sino varias soberanías nacionales. La alternativa es clara: o existe la Nación española con su soberanía nacional o existen varias naciones con sus consiguientes soberanías nacionales. Habrá quien piense que el asunto no es importante, que en el fondo da igual, que es una simple cuestión semántica, pero se equivoca.

Y se equivocaron nuestros padres constitucionales al incluir el concepto de “nacionalidad” en el Artículo 2: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. No se puede olvidar que la indisoluble unidad de la Nación española es previa a la Constitución y que ésta es papel mojado si aquella es rota. Al margen de que los constituyentes tuvieron que inventarse un significado nuevo para la palabra nacionalidad concibiéndola como “nación cultural” (Peces Barba o Miguel Roca) lo cierto es que no sirvió para cerrar las vías independentistas, sino todo lo contrario, porque no les satisfizo. Los independentistas, durante décadas disfrazados de nacionalistas más o menos codiciosos, son insaciables y si Pedro Sánchez y su nuevo PSOE piensan que con la España plurinacional van a mitigar sus ambiciones van listos.

Esta frivolidad, por ser suave, socialista es una auténtica traición a la soberanía del pueblo español y supone más munición para la causa independentista en su empeño de destruir España. Es una propuesta innecesaria, peligrosa e irresponsable que de llevarse a cabo, algo realmente difícil si cada Institución del Estado cumple con sus obligaciones, supondría una invitación a la ruptura de la pacífica convivencia entre los españoles. Cuando un partido como el socialista pone en peligro todo el sistema democrático por mezquinos cálculos y estrategias electorales significa que ha tocado fondo porque no se puede caer más bajo.

Hoy se ha publicado un interesante artículo (http://www.esdiario.com/elsemanaldigital/783055703/Espana-nunca-ha-sido-una-Nacion-de-naciones.html ) de Eligio Hernández, ex fiscal General del Estado y militante socialista, y no puedo, por menos, que reproducir sus párrafos finales:


“…Don Juan Negrin, presidente del Gobierno, en noviembre de 1938, con ocasión del Consejo de Ministros celebrado en Pedralbes, que afirmó, según refiere Julián Zugazagoitia: "No estoy haciendo la Guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. Estoy haciendo la guerra por España y para España, por su grandeza y para su grandeza. No hay más que una nación: ¡España!. No se puede consentir esta sórdida y persistente campaña separatista y tiene que ser cortada de raíz si se quiere que yo siga dirigiendo la política del Gobierno, que es una política nacional. En punto a la integridad de España soy irreductible y la defenderé de los desafueros de los de adentro”.

Santiago de Munck Loyola
https://santiagodemunck.blogspot.com.es

miércoles, 31 de mayo de 2017

Independentismo: el caos que se avecina.


No hay ninguna duda de que estamos viviendo uno de los momentos más graves de las últimas décadas de la historia de España. El envite de los independentistas se eleva cada día que pasa. Están en juego la soberanía popular, la unidad de España, la autonomía de Cataluña y la propia convivencia pacífica entre los ciudadanos. En la misma medida en que los independentistas suben su apuesta desafiando a las leyes y agraviando a los símbolos que representan a todos los españoles, crece el odio y la animadversión contra ellos y contra su proyecto ilegal e ilegítimo. Llevan años sembrando vientos y van a recoger tempestades.

Durante años hemos estado escuchando a políticos y periodistas decir la misma idiotez: que las políticas de los gobiernos del Partido Popular eran el mejor caldo de cultivo para el desarrollo del independentismo. Y todos se quedaban tan a gusto. Pues no, las semillas para el crecimiento del independentismo se sembraron hace mucho, se sembraron cuando el Estado decidió poner en manos de los independentistas algo tan serio y sensible como la educación y el uso sin control de fondos públicos para desarrollar el proselitismo independentista. 35 años inculcando a las nuevas generaciones una visión falsa de la historia de Cataluña, 35 años fomentando y cultivando el odio hacia España, 35 años haciéndose las víctimas mientras robaban a manos llenas para sus propios bolsillos y para sus partidos independentistas, 35 años con muchos medios de comunicación bien subvencionados en el “oasis catalán” no podían desembocar en otros resultados que los que tenemos a la vista, no podían ofrecer otra cosa que el crecimiento del victimismo y del independentismo.

Ni políticas del PP ni gaitas, el abono que ha propiciado esta cosecha se llama falta de sentido de Estado, se llama miopía política y se llama egoísmo partidista y es propiedad de los grandes partidos nacionales. Han sido incapaces de acordar cosas  tan básicas como un sistema educativo nacional e integrador, una reforma electoral que acabase con la prima de sobrerrepresentación que beneficia a los independentistas, garantizar la igualdad de derechos y obligaciones de los españoles con independencia del territorio en el que residan, una persecución implacable contra la corrupción política o medidas para acabar con el despilfarro autonómico en la promoción interior y exterior de las tesis independentistas.

Mientras el desafío más grave para la permanencia de la Nación española y para la convivencia pacífica se va desarrollando, el panorama entre los llamados partidos constitucionalistas es desolador. Podemos Unidos no puede ser incluido en esta categoría porque sus líderes están claramente a favor de romper la soberanía nacional a través de un referéndum a realizar sólo entre una parte del pueblo soberano, aquella que reside en las provincias catalanas. El Partido Popular, un día sí y otro también está siendo salpicado por el afloramiento de antiguos casos de corrupción que en gran medida merman su credibilidad y hasta buena parte de su legitimidad. El PP cuando tuvo mayoría absoluta hizo muy poco o nada por introducir reformas que fomentaran la cohesión y la solidaridad nacional incumpliendo constantemente su propio programa electoral. Y al PSOE hay que darle de comer a parte. No sólo es el partido protagonista del mayor caso de corrupción de la historia de España, sino que además arrastra muchas losas en su trayectoria que cuestionan incluso su lealtad constitucional. Desde el “apoyaré el Estatuto que apruebe el Parlamento catalán” de ZP, pasando por la famosa frase “la nación es un concepto discutido y discutible” del mismo autor, hasta las actuales sandeces de Pedro Sánchez diciendo que “España es una nación de naciones” es imposible saber qué defiende realmente el PSOE. Su discurso es errático y diferente en cada territorio y ya ha demostrado que no tiene inconveniente alguno en pactar en autonomías y ayuntamientos con quienes quieren destruir España.

El Sr. Puigdemont, sus compañeros y los podemitas siguen empeñados en que el Gobierno de España pacte, o lo que es lo mismo para ellos, que se doblegue y permita un referéndum en Cataluña sobre su independencia, vulnerando la Constitución. ¿Tan difícil es de entender que una parte no puede decidir sobre lo que es de todos? ¿Tan difícil es asumir que la soberanía del pueblo español no se puede fraccionar? Y de hacerlo ¿Quién decide el límite? ¿Los independentistas?

Hoy, este portento político que es Carlos Puigdemont, criado a los pechos políticos de la corrupción pujolista, ha emplazado a Mariano Rajoy a aclarar "si el Estado está dispuesto a usar la fuerza contra Cataluña". Al margen de que como todo independentista debe pensar que Cataluña es él, bastaría con que se leyese el Artículo 8.1 de la Constitución española, la Ley que por cierto legitima su Presidencia y la autonomía catalana, para conocer la respuesta: Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional. Más claro el agua ¿verdad?

Santiago de Munck Loyola