Estimado Fran:
Hace ya más de 14 años que tú y
yo nos conocemos. 14 años en los que, aun cuando dejaste de ser concejal,
seguimos manteniendo una estrecha relación. Durante estos años tú y yo hemos
compartido muchas confidencias, hemos mantenido extensas y enriquecedoras
conversaciones sobre política, sobre religión o sobre Monforte del Cid. Fuiste
de las primeras personas que me llamó a finales de 2009 cuando supiste que
estaba gravemente enfermo. Y desde que empezaste a trabajar en 2015 como asesor
de la Alcaldesa hemos venido manteniendo una relación más estrecha aún. Durante
estos dos años has sido testigo de primera fila de la persecución a la que sido
sometido, de las humillaciones, de las discriminaciones, de los ataques a mi
dignidad profesional, del entorpecimiento de mi trabajo y culpabas siempre al
Concejal de Personal, Vicente García Saiz, me decías que tus compañeros de
partido y la Alcaldesa no eran los responsables, que eran buenas persona, que
tú estabas siempre en medio intentando apaciguar las relaciones, buscando
consensos, suavizando posiciones y yo, ingenuo de mí, te creía porque confiaba
en ti, en tu amistad y en tu integridad personal.
Muchos me decían que no me fiara
de ti, que tú solo ibas a lo tuyo, que tras tus buenas palabras solo había
falsedad y oquedad moral. Y yo, erre que erre, que no, que no era así, que eras
mi amigo, que eras, ante todo, buena persona y que estaba seguro que siempre
prevalecerían tus principios de libertad, igualdad y fraternidad sobre las
conveniencias partidistas o las flagrantes injusticias… Y resulta que, al
final, tenían razón. No, ni eras mi amigo, ni tus autoproclamados principios
eran tales. Y si lo eras me has traicionado ¿por 30 monedas? No sólo no has
impedido que se siguieran cometiendo injusticias contra mí, sino que, además,
has sido y eres colaborador necesario de las mismas. Desde mediados de
septiembre estoy de baja porque tras dos años continuados de acoso laboral
habéis quebrado seriamente mi salud. Y tú, que te decías mi amigo, no es que no
me has llamado para interesarte por mi estado de salud en estos largos meses,
es que ni te has atrevido a enviarme un simple mensaje con un protocolario ¿qué
tal estás? ¿Por qué? ¿Por vergüenza? ¿Quizás porque ya no te intereso como
persona? ¿Por disciplina de partido? Mira, Fran, sigo siendo la misma persona,
con los mismos defectos y virtudes de siempre, la misma persona que,
independientemente de las distancias ideológicas, te brindó su amistad, su
confianza, su apoyo y su afecto.
Los tuyos, la Alcaldesa, los
concejales de IU, junto a los concejales del PSOE y los ex de Ciudadanos están
intentando rematar su objetivo: conseguir echarme del Ayuntamiento, haciendo
que pierda mi condición de funcionario, dejándome sin trabajo, sin sueldo, sin
prestación por desempleo y poniendo en riesgo mi pensión de jubilación. Es así
de claro y nítido el objetivo: destruir a una persona en todos los ámbitos, en
el profesional y en el económico, sólo porque no es de vuestra cuerda
ideológica. Y tú, Fran, eres tan responsable como los demás o quizás más,
porque has sido testigo de primera mano de la evolución de este acoso y, sobre
todo, porque tu simple testimonio público sería suficiente para invalidar todo
este proceso. Tu palabra, Fran, la verdad de lo ocurrido durante estos dos años
sería suficiente para acabar de un plumazo con esta deleznable situación. Y lo
sabes. No sé Fran cómo puedes dormir tranquilo, qué clase de conciencia puedes
tener para no impedir semejante atropello a la verdad y a la justicia.
Me conoces bastante, Fran, y
sabes que soy una persona de mentalidad abierta, tolerante, capaz de comprender
y de justificar muchas acciones u omisiones pero te puedo garantizar que me es
prácticamente imposible encontrar una justificación que no sea abyecta para
entender que una persona como tú, abanderada de valores universales, pueda
abstenerse de impedir daños injustos e irreparables a un tercero.
Que tengas unas felices fiestas,
Fran, y que Dios te ilumine.
Fdo. Santiago de Munck Loyola